miércoles, 4 de febrero de 2009

La destrucción de la Amazonía.










En 2004 se desforestó en la Amazonia un territorio del tamaño de Bélgica.

Durante años hemos oído hablar del Amazonas o Amazonía, sin saber siquiera qué es o dónde está. Pues bien, durante años esta zona selvática por excelencia ha venido siendo socavada, maltratada, de tal modo que ha despertado interés en las personas por saber de qué se trata, y de los que la conocen por salvarla.

La Amazonía es la selva tropical más extensa del mundo. Se considera que su extensión llega a los 6.000.000 de km² repartidos entre nueve países sudamericanos: Brasil y Perú que poseen la mayor extensión de ésta, seguidos por Bolivia, Colombia , Ecuador, Guyana, Surinam, Venezuela y la Guayana Francesa que forma parte de la región ultraperiférica de la Unión Europea (UE).
La selva amazónica se desarrolla alrededor del río Amazonas y de su cuenca fluvial. Las altas temperaturas favorecen el desarrollo de una vegetación tupida y exuberante, siempre verde. El título de “el pulmón del planeta” que ostenta la Amazonia no es metafórico ya que mantiene un equilibrio climático: los ingresos y salidas de CO2 y de O2 están balanceados.


Durante años, los Gobiernos de los países que la rodean han estado destruyéndola, y con ello su ecosistema. Por parte de Venezuela, ésta ha sufrido ataques de deforestaciones para la extracción de minerales y para excavaciones petroleras, por Brasil deforestaciones para la cría de ganado y venta de madera, al igual que unas represas que han sido levantadas en ese territorio, y por Perú, numerosas deforestaciones.

En los últimos años se ha hablado de la construcción de un gasducto, el cual atravesaría este territorio en su totalidad, lo cual llevaría a más deforestaciones, y por ende a peligrar aún más su vida, porque de romperse un tubo del transporte de gas, podría desatarse un incendio que podría acabar con una gran cantidad de su fauna. La mayor reserva acuífera y biológica de la Amazonía es devorada cada año a un ritmo creciente ante la impotencia del Gobierno.


Durante años los “activistas por el Amazonas” han tratado en vano, de salvar esta selva, sin embargo, lo único que han logrado es que los lleven a la cárcel como ocurrió en Brasil 15 activistas del grupo de “Greenpeace”, los cuales fueron detenidos por la PF por violar propiedad privada de la empresa Cargill en el puerto de Santarém (Estado de Pará, norte) y resistir la liberación del área, aunque finalmente fueron liberados. Comunicó uno de los coordinadores de la campaña de Greenpeace en Brasil, Marcelo Furtado.


También han sido asesinados otros activistas como, la monja y activista estadounidense Dorothy Stang fue asesinada a tiros en el año 2005 en la misma región por una disputa con hacendados que querían talar una porción de selva que ella intentaba preservar. Y el más recordado, “Chico” Méndez, a quien asesinaron cuando uno sujetos ya cansados de que este activista brasileño tratara de impedir en más de una oportunidad la deforestación de una porción de tierra en la parte brasileña.


Natalia Truchi, una mujer activista, miembro del grupo “Greenpeace”, informó que durante la manifestación efectuada el 20 de mayo del año 2006, resultaron heridos varios de sus compañeros, en manos de los policías, los cuales los llevaron presos. Del mismo modo dijo que, a un fotógrafo le partieron el dedo cuando la misma policía trato de arrebatarle la cámara fotográfica.


A demás señaló que, “no es la primera vez que ha ocurrido esto, en el año 2005, en otra de nuestras manifestaciones pacificas, unos trabajadores de un aserradero que estaba talando árboles cerca del río, nos atacaron con palos y tubos con los cuales nos golpearon, afortunadamente no resultó nadie lastimado de gravedad por que la policía actúo rápido”. Así mismo nos dijo que “el principal enemigo de la Amazonía es el Gobierno, ya que ellos son los que permiten que estos señores talen los árboles de esta selva, y en innumerables ocasiones éstos (los aserraderos) no tienen los permisos correspondientes para poder talar esos árboles y la policía y el mismo Gobierno no hacen nada para detenerlos” señalo.

Para tratar de solucionar este problema, se ha hablado de “internacionalizar” la Amazonía, a lo cual los Gobiernos que comparten este territorio han declarado que no permitirán que esto suceda, porque el futuro de esas tierras reposa sobre sus manos. El problema es, si dicha “internacionalización” es fruto de un interés real por preservar uno de los grandes santuarios ambientales del mundo ante la incuria o la impotencia de sus gobernantes, o si no es más bien una excusa para apoderarse del gran tesoro del futuro.

Si es cierto que el futuro de las guerras se librará en la búsqueda del agua potable, América Latina y, concretamente Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Surinam, Venezuela y la Guayana Francesa, serán países sobre los que se posarán con codicia los ojos de la sed del planeta. Los números son elocuentes: estos países poseen el 20% del agua potable del mundo, lo que los coloca en la mayor descarga de agua dulce existente con sus 197.500 metros cúbicos por segundo. Esa agua es 40 veces mayor que la de todos los ríos de EE UU y 47 veces superior a los de Canadá, países ricos que aún no han entrado en la crisis del agua.

La biodiversidad de la Amazonía es un tema que preocupa porque es uno de los grandes acervos, uno de los grandes recursos naturales de América Latina; queda en manos tanto de los entes gobernantes como de las conciencias de las personas en respetar este gran reservorio natural de vida.




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